Pozo vive y trabaja entre La Habana y Berlín. En 1995 emigró a Alemania donde se integró plenamente en la escena artística. A pesar de encontrarse en el exilio, encontró una armonía con sus orígenes ya que todavía existían restos del pasado socialista. Pozo nunca renunció a su instinto creativo y a pesar de la irrupción de nuevos medios en el arte contemporáneo, él sigue apostando por la pintura.